No pensé que volvería a escribir tan pronto, de hecho no pensaba volver a escribir, pero se puede decir que hay circunstancias que no controlas y actos repentinos que es mejor no dominar, el dejarse llevar en el momento adecuado siempre está bien ¿no?
El tiempo apremia y apenas tengo tiempo de hacer nada de lo que querría en estos momentos, porque la pasión por una profesión puede ser maravillosa pero si intentas exprimirla demasiado en un corto plazo, acabas rendido o mínimo con la cabeza dispersa y en otro mundo. No hace ni dos meses que se inició una pequeña etapa en mi vida y hace poco más de dos días que terminó. Me recuerdo temerosa en los inicios, curiosa y descubriendo poco después, aprendiendo cosas maravillosas y compartiéndolas con mis compañeros. Y me veo ahora mismo decepcionada, cansada, casi abatida. En mi rostro no sólo se ve eso, también hay la tristeza añadida con la que se ve cargada mi corazón por haber confiado otra vez, por haber fracasado...otra vez.
Me cuesta tanto aprender de mis propios errores, no sólo tropiezo una vez, sino dos y tres y cuatro...y todas las que hacen falta. Y lo único de lo que me doy cuenta es de lo ingenua que soy y de la inmensa esperanza que aún así albergo, la que seguramente me hace ser siempre igual a pesar del dolor que pueda llegar a sentir. La gente puede considerar que detrás de mi manera de ser hay prepotencia y planes preconcebidos. Lejos de la realidad, y sin afán de querer opinar mucho de mí, sólo deseo ser feliz y sobretodo hacer feliz a las personas, a pesar de lo que a veces conlleva. Porque quizá soy un desastre habitualmente en mi día a día pero me gusta esforzarme por ayudar a la gente, por hacerles ver que en mí no sólo hay una sonrisa en el rostro. Aunque en ocasiones no sea fácil y casi nunca sea agradecido, me gusta ayudar a la gente, sentir que soy de provecho, que encajo en algún lugar, que pueden llegar a quererme de verdad. Que al fin pueden llegar a quererme, y mejor aún, quererme por lo que soy, sin tener que fingir ni sufrir.
Cuando comenzó esta etapa de mi vida te juro que me esforcé por encajar, por ser una más, sé que llegaba algo tarde, ya todos tienen establecidas sus preferencias, pero sólo pedía un pequeño hueco, un lugar, nada más. Y me esforzaba, y trabajaba, y les complacía y pensaba todos los días en qué más podría ayudarles...Entonces, al hablarme con una sonrisa en los labios pensaba "qué bien ¡Le he ayudado y está feliz! Qué bien, quizá podremos ser compañeros por mucho tiempo y compartir este largo camino juntos, una buena amistad para este duro tramo que nos queda por delante". Sí, pensaba con proyección, aunque sólo me conformaba con que me dejaran estar con ellos, si creían eso les hacía bien. Y sí, se lo hacía, pero nunca, nunca soy capaz de ver, detrás de esos rostros sonrientes, esa maldad que en su mayoría esconden. No la vi. Compartimos durante más de un mes, un duro mes de prácticas universitarias, risas, desesperos, horas de estudio, miles de horas compartidas en las salas con camillas, tallas, goniómetros...Miles de horas llenando esas más de cuatro paredes que frecuentábamos, llenándolas de historias, más historias a las tantas ya vividas. Muros que cuentan alegrías de encuentros, descubrimientos, superación, y también duro trabajo. Largos días de trabajo intenso, malas caras, preguntas, sonrisas, sorpresas. Pensaba que después de todo habíamos formado un buen equipo. De hecho, si luego me hubieran dicho que no me querían volver a ver, me hubiera conformado con que, los momentos que habíamos compartido, fuesen reales. Pero ni eso fue así. Porque lo que ante mí decían no era su verdadera opinión, sólo les convenía para al final despreciarme como hicieron.
No creo que pida demasiado, nada más que encajar, pero está visto que sólo creo encajar cuando "les voy bien" y me acabo equivocando. Un deseo ahora mismo no sería aprobarlo todo, ni dinero, ni felicidad...mi deseo sería poder convertir mi alma en piedra. Evitar que pudiera penetrar el dolor en mi corazón y no sentir esa necesidad de formar parte de nada. Simplemente ser para mí. Pero tan rápido se desvanece ese deseo...al fin y al cabo los pocos que me quieren de verdad lo hacen por mi manera de ser, sin intenciones secundarias, y no les gustaría que dejara de ser lo que soy. Pero no puedo evitar que me duela. Tengo casi 21 años y tampoco es mucho tiempo, pero ha sido el suficiente para ver tantas cosas...para aprender mucho, crecer, soñar, sufrir y seguir adelante. ¿Por qué tengo que volver atrás, a las mentiras, a las dobles caras? ¿Debo desconfiar? Quizá sí, para que no me hieran más. Pero me veo mucho más capaz de proteger que de protegerme. Me han dicho y repetido que el lugar en el que estoy es un lugar de triunfos, pero a base de pisar a los demás, de exprimir el corazón de las personas y seguir sin remordimiento alguno. No puedo ser así, sólo espero que esta vez los cuentos de hadas puedan ser verdad. Que los deseos y las metas puedan cumplirse sólo con esfuerzo, verdad y amor por un sueño. Que la fría realidad no permita que sólo haya un camino hacia la victoria, un camino con las manos manchadas de sangre. Ojalá exista otro alternativo donde las cosas se consigan sin dañar a nadie, un camino para mí.
No encajaré, pero tampoco puedo dejar de ser lo que soy. ¿Soy un monstruo por ser así? Quizá así me ven. Yo creo que sólo soy algo diferente, risueña y con afán de sonreir para todos. Por favor, por favor...no quiero dejar de confiar en la gente. Por estas cosas quizá me perderé a grandes personas, aunque puede que deba protegerme, taparme los ojos con las manos de la desconfianza para no ver, dar ni recibir nada malo, pero eso no me permitirá ver tampoco lo bueno que se han cruzado en mi camino.